Colombia y el contexto globalizado
Nuestra patria no es en ninguna medida ajena al macroproceso de globalización. Ya desde la famosa (y desafortunada) Apertura Económica del entonces presidente Gaviria, nuestro país se vio sumergido de la noche a la mañana en un proceso de apertura de mercados, concentración acelerada de la riqueza y pérdida de los derechos de los empleados.
Nuestra patria no es en ninguna medida ajena al macroproceso de globalización. Ya desde la famosa (y desafortunada) Apertura Económica del entonces presidente Gaviria, nuestro país se vio sumergido de la noche a la mañana en un proceso de apertura de mercados, concentración acelerada de la riqueza y pérdida de los derechos de los empleados.
Y era de esperarse: habíamos entrado a jugar en las “grandes ligas” sin siquiera estar medianamente preparados. Ya los mercados centrales (Europa, EUA y Japón) tenían el terreno allanado para recibir a las economías pequeñas y en crecimiento, jugando de esta manera de local, imponiendo reglas, en muchas ocasiones arbitrarias, para permitir el acceso de dichas ecnonomías crecientes y controlarlas totalmente.
Es entonces cuando Colombia debe comenzar a seguir las indicaciones de organismos como el FMI y el BM, no solo en aspectos económicos, sino también en temas políticos y sociales. Entramos a jugar no como productores, como creadores, sino como meros consumidores, incapaces de hacer y ser competencia para las superpotencias. Y, de paso, éstas se encargan de hacer lo que sea necesario para que no podamos salir de dicho estatus.
No es entonces sorprendente ver las frias cifras (tantas veces manipuladas y censuradas en momentos importantes, como durante las campañas electorales): el desempleo creciente, la centralización de la riqueza, incremento en los niveles de miseria y mendicidad, cierre y quiebra de micro y medianas empresas ante la presión de las multinacionales, mala calidad de los servicios de salud y de la educación, venta de empresas típicamente colombianas (Bavaria, Telecóm, Fruco), a transnacionales como Unilever, malas condiciones laborales, salarios bajos, aumento de la violencia, y la lista sigue y sigue.
Sí, este proceso ha tenido ventajas y ha beneficiado a nuestro país: nos permitió acceder a las nuevas tecnologías, a nuevos productos, mejorar nuestra capacidad de exportación, motivar la competitividad de nuestras empresas, ingresar a ciertos mercados, hacer parte del proceso global de acercamiento de los países y las culturas, mostrarnos ante el mundo. Pero a un precio excesivamente alto: el perder cualquier capacidad de autodeterminación como país, estado y cultura.
Y ahora vemos la llegada del TLC. Como todo, es un tema que genera fuerte polarización. Sólo digo: veamos quienes hacen propaganda y apoyan el TLC: personajes como Juan Pablo Montoya y Camilo Villegas, reconocidas figuras colombianas a nivel internacional, pero que representan los intereses de su propio estrato. Creo que no estamos en condiciones lo suficientemente fuertes como para poder competir según las reglas de este tratado. No sin lesionar aún más las condiciones de vida de los más pobres de nuestra patria.
El Estado del Bienestar.
Luego de la 2ª Guerra Mundial, los estados Europeos se vieron en una grave crisis, no solo económica sino social. Fue entonces cuando el estado tomó las riendas de la economía, tomando fuertes medidas para incrementar la demanda y aumentar a su vez la producción, incrementando el crédito para los trabajadores. La población aceptó estas medidas, creando un ambiente de consenso y búsqueda de la paz y el bienestar común, luego de una guerra fraticida y desmedida.
Pero este clima de bienestar general no duró. Durante un cuarto de siglo fue funcional, hasta que la saturación de los mercados, el relajamiento laboral, la disminución de la producción, la crisis financiera generada por el excesivo endeudamiento y la caída del consenso social debida a la inestabilidad laboral y salarial llevaron a que el Estado del Bienestar colapsara sobre sí mismo, dando paso a al globalización económica y el debilitamiento de la economía estatal.